Las tumbas egipcias y más concretamente las cavidades y las vendas que rodeaban el cuerpo de las momias, han proporcionado multitud de pequeños objetos de diferentes materias.
Todos ellos, dispuestos de una forma determinada y en los lugares marcados por el ritual de la momificación, aportaban al cuerpo su protección, cumpliendo funciones determinadas en el Más Allá.
Cuando un mago creaba un amuleto, introducía en él, según los rituales de encantamiento, fuerzas esenciales para preservar la vida y garantizar la inmunidad de un cuerpo o de una momia.
El escarabajo, El Hojo de Horus, La Cobra y La Cruz de Ankh son algunos de los amuletos más conocidos.